jueves, 7 de enero de 2010

Issa y Basho o las dos caras del Samsara
dedicado a David Lanoue. 4 de diciembre.,2000

I

Kobayashi Yataro nació en 1763 y eligió como seudonimo Issa, que significa "taza de té". Su vida registra una serie de sucesos imprevistos y dolorosos, que sin duda moldearon su personalidad. Entre ellos, se destaca la muerte de su madre cuando tenía tres años, la incomprensión y hostilidad por parte de su madrastra, -que seguramente determinó el abandono del hogar familiar cuando tenía 15 años- y la muerte de su abuela que había quedado a cargo de su cuidado.

En 1813 a los 52 años se casa con Kiku que tenía 28. Entre 1816 y 1820 mueren tres de los hijos de la pareja y en 1823 muere su esposa, poco tiempo después de traer al mundo al cuarto hijo que también morirá en 1823. En 1824 se casa nuevamente y se separa un año después. De un tercer matrimonio en 1826 nace la única hija que llegó a la edad adulta, pero Issa muere antes de su nacimiento.

Tal historia de vida sin duda resulta no sólo conmovedora, sino que invita a encontrar un nexo entre el contenido y significación de sus haiku y los infortunios que tuvo que sobrellevar. En este sentido, gran cantidad de eruditos han escrito análisis interpretativos de muchos de sus haiku. Pero esta hermenéutica, sumamente atendible, puede de alguna manera padecer de unilateralidad y dejar de lado otros aspectos esenciales en las características del arte de Issa que trasciendan su sufrimiento personal. Sólo quisiera agregar un elemento a lo que ha sido profundamente analizado y que puedo apreciar en los haiku del "Sacerdote Taza-de- té del Templo del Haiku" como se llamó a si mismo.

La serie de eventos trágicos a lo largo de su vida, tienen en su mayoría, una cualidad especialísima que los destaca. Y es que son acontecimientos sorpresivos, inesperados y bruscos. En este sentido las muertes de figuras altamente significativas desde su infancia, son el leit- motiv de su destino. Estos hechos podrían haber moldeado una cierta característica que encuentro en los haiku del poeta. Me refiero al carácter brusco e imprevisto en la resolución del poema en su tercera linea. Si bien ésta es una característica del haiku, en Issa parece estar destacada y magnificada. Cuan diferente a la definición propia de Basho, que modula sin tropiezos -casi deslizándose-, esa tercera linea con una continuidad, sin bien contrastante con las anteriores, profundamente fluente y armónica.

No pretendo establecer una relación de causalidad unidireccional entre el carácter sobresaltante de las experiencias de la vida de Issa y la posíble influencia en su arte, sino por el contrario, generar un leve nexo de sentido llamando la atención sobre una modalidad del haiku de Issa, en un contexto que integra su biografía. Pues sin duda su penosa historia familiar lo insertan tempranamente en el mundo, con un entramado previo sumamente singular. Issa parecería haber sido “arrojado” a la realidad cotidiana, en lugar de haberla ido asimilando paulatinamente en sus aspectos más crudos. Es así que en sus obras encontramos no sólo la belleza y el arrobamiento propio de los haikus de Matsuo Basho, sino aristas sumamente alejadas de lo habitual. Piojos, orina, corrupción del cuerpo, emergen como un aspecto más de la realidad fenoménica y conviven con el loto, la luna y el té.


II


Jodo-shinshu. La Escuela de la Tierra Pura, que gira en torno a la épica de Amitaba, encuentra en Issa uno de sus seguidores. De acuerdo a esta vertiente del Budismo aquellos que repitan el nombre de Amida, encontrarán la liberación renaciendo en el Paraíso del Oeste. Simplemente con la monótona reiteración de la fórmula Namu Amida Butsu o Nembutsu encontrarán la salvacion. Alan Watts anota que ésta es la expresión exóterica de dicha doctrina y agrega que el suelo esotérico es otro: Amitaba es nuestro propio ser. Somos Amitaba. No necesitamos alcanzar el satori, estamos iluminados. Despojado de esa tiránica búsqueda Kobayashi Issa puede entregarse de pleno a los ritmos y colores del Samsara en toda su abigarrada versatilidad. Y quizás en la intimidad de su corazón repetía cada tanto, Nembutsu, Nembutsu, Nembutsu...

En el otro polo, para Matsuo Basho, la vía hacia el satori, pasa por el haiku como profundización de la realidad y liberación definitiva. En este sentido el arte de Basho es sustancialmente contemplativo y se define como una búsqueda. En sus haikus se enseñorea la captación sutil, por la agudeza en la observación al servicio de la inteligencia. Y la ligazón de la tercera línea, si bien adquiere la sorpresa del koan está suavemente modulada, siempre sorprendente, pero nunca impactante como en Issa, debido a una temática cotidiana quintaesenciada por la elegancia en su presentación y la lírica de su movimiento.

En el mundo de Basho hay lugar para lo cotidiano, ya sean los mosquitos o las prostitutas, pero estos son absorbidos por una visión contemplativa mas abarcativa que se dirige a un más allá de los hechos y de la mente. Sendero tras sendero, provincia tras provincia de su largo peregrinaje, cada haiku parece representar un paso más hacia la meta anhelada. Arte sutil y sugestivo, cuya melodía continua resonando largamente en nuestras mentes como el eco en la montaña. Koan que se desenvuelve en la suspensión de la realidad, en la forja por parte del poeta de una estática, de la captura de un instante que fija y sobre el que graba su reflexión y progresión en la vía.

En cambio Issa, imprime una dinámica sin concesiones a sus imágenes, una síncopa inesperada, que se acerca más a la chispa eléctrica que a la serenidad contemplativa. No se ejercita como Basho en su interioridad para concentrarse en los frutos de su observación, retirándose a una cabaña para meditar y apartándose del mundo por un tiempo. Issa entra de lleno en el mundo de lo fenómenico como una daga, para capturar sin mediación alguna, la cotidianidad de la realidad en sus más ríspidas aristas. De ese modo pueden observar el mismo suceso o paisaje pero con un resultado totalmente distinto en su arte del haiku.

Basho e Issa, dos sensibilidades diferentes, la una en búsqueda de una revelación, la otra sabiendo que ya ha llegado y lo impregna. Pero sería erróneo introducir alguna medida en su arte, inclinando el platillo de la balanza hacia uno de ellos. Pues sus dos rostros, son el mismo rostro en la mente del Buda. "El Samsara es el Nirvana y el Nirvana es el Samsara" repite monótonamente la sentencia oriental. Pues si Basho en sus haiku mostró la íntima belleza del mundo en su estática, Issa dotándolo de movimiento, le agregó al Samsara, textura y rugosidad...

Carlos Fleitas

martes, 24 de noviembre de 2009

Dos mentes unidas

Buda de la patagonia, pintura de Alberto Tenaglia

Escritos en un amananecer de domingo

Escritos en un amanecer de domingo

1

Muéstrate serpiente, no te escondas en el pasto,

muéstrate… te veo, aunque trates de anudar mi libertad al pasado.

Muéstrate, quién puede sentir miedo, estás ahí, te veo completa

sé donde terminas, soy la libertad que te observa, ya no puedes atacarme por sorpresa.

Sigo mi camino, sigo las huellas borradas de los sabios, para expandirme, hasta que contenga en la conciencia el universo entero.

Ya no puedes atacar,sé donde comienzas y donde terminas, mientras mi ser que es el ser de todos los seres, se abisma en la plenitud infinita del amor.

2

Las rocas agitadas por el viento, rodean praderas en la altitud de las tinieblas,

mientras, las olas cruzan sus crestas, acariciando el soplido cíclico de los días.

3

Abismarse en la plenitud de lo desconocido,

acariciando, una a una, las hojas caidas del bosque.

Acontecer fugaz de un sentimiento súbito,

hasta llegar a la orilla, para reconciliar sueños dispersos por el viento.

4

Lluvia tenue sobre el tejado de los días.

Danza de insectos felices en el aire.

Ladrido de perros se escuchan desde el oeste,

esperando la ola que les haga escalar los cerros, para ver el océano ígneo de la inquietud contemplada.

5

Loado sea el ser de todos los seres,

loado sea el infinito envolvente,

Namo Amida Butsu, Namo Amida Butsu, susurra el universo,

¿Quién soy yo?, la pregunta incesante, no hay ninguna “cosa” más allá de todas las cosas,

no hay ningún “que” al que aferrarnos, solo hay que soltarse con las manos libres y rugir de alegría ante el abismo eterno.

6

Ayer, hoy, mañana, solo son trampas de la carcajada cósmica. La eternidad las contiene en un abrir y cerrar de ojos.

Morir por la fulguración del rayo celeste, es nacer desde las noches, en la que el ser y el no ser se funden pero no se confunden, en una distinción sin diferencia.

El momento no lo sabemos, el llegará como un ladrón en la noche, para arrebatar nuestras ficticias ilusiones.

El ego

Upasaka Zhèng góng /Alberto Tenaglia nos envía su aporte desde Argentina:

Este es otro nivel del ser que ha llegado al Séptimo Mundo del Budismo Chan, y como tal se ha expuesto aquí con sus propios conceptos a la petición del contribuyente de participar, para poder distinguir entre ellos [los niveles]:

El ego es el vehículo funcional del reino ordinario ( dimensiones físicas, emocionales y mentales de la humanidad), y no lo tenemos que confundir con el egoísmo que es un estado particular de contracción interior que obstaculiza la actualización del amor- ( Amor: la atracción a la unidad).

Trascender el ego no significa destruirlo sino conectarlo con algo superior, Los grandes sabios no eran menos que personas sino más que personas conectando su vehículo transitorio humano con la fuente Cósmica ( el yo Búdico, la mente del Buda, el yo real, el cristo interior etc. ).

El ego no es un obstáculo para el espíritu sino una de sus más resplandecientes manifestaciones, todas las formas incluida la del ego no son más que vacuidad

Nota de Yin Zhi Shakya: El mundo del ego simplemente no reconoce un mundo distinto y separado del espíritu. En términos de geografía espiritual, la Montaña del Nirvana no se puede ver desde la Rueda del Samsara. La gente en la Rueda no saben que para llegar al Nirvana es absolutamente necesario tratar con la Ciénaga. (No hay ninguna otra manera.) Toman como una certeza que el Nirvana es simplemente un estado refinado o más elevado del Samsara. Reconocen la existencia de personas espirituales pero suponen que la espiritualidad es meramente una condición de un ego alterado, un ego que, quizás, se ha purificado a sí mismo de todos los signos observables de pecado y, como una recompensa, ha sido glorificado y elevado. No pueden concebir la pérdida de su ego, una pérdida, según ellos, similar a perder su mente o al menos su humanidad. Para ellos, las criaturas sin ego son criaturas sin identidad: vegetales, amebas, y lunáticos - grupos en los que nadie quiere incluirse voluntariamente.

El Sámsara es la realidad vista a través de los ojos prejuiciosos del ego, y el Nirvana es la realidad aprehendida o entendida directamente, el espacio o la ciénaga es el lugar donde la transición desde un estado de conciencia al otro es posible... no inevitable sino simplemente posible.

Si desean más información a cerca de este asunto diríjanse al Séptimo Mundo del Budismo Chan. Gracias.

La soledad del trabajo interior

El trabajo interior se inicia en soledad solamente con algunos recursos prácticos, como las diferentes técnicas de meditación que solo son soportes, herramientas , medios hábiles que nos ayudan a cruzar el río del samsara.
La interiorización es necesaria para descubrir que la budeidad no es niguna meta a alcanzar, eso es un sutil engaño del ego que siempre se está proyectado al futuro con pensamientos de progreso interior, creando una dualidad interior-exterior que es ficticia.


Cuando más penetramos en nuestro interior ya no hay soportes, ni maestros, ni libros, ni sutras, ni bliblia, ni budas, ni demonios, ni dios, solo existe un abismo insondable de realidad extrema el que flotamos y danzamos como mariposas en el aire.

No hay nada a que aferrarse, y como dijo alguien por ahí no podés decir que es dios porque dios no es ningun que.
Jugando, danzando en el vacio, nos arrojamos a el con las manos libres de cadenas ilusorias que nos agobian cuando estamos fragmentados en pequeños estados de cociencia que nos atormentan con pensamientos angostos de contracción, temor,envidia, celos, pereza, lujuria ect.

Como dijo Hui Neng - ver es el propósito de la vida- es porque todo lo que somos es todo lo que vemos.

Y para terminar todo está bien, todo está bien.

Un abrazo fraterno, Upazaka Alberto.

miércoles, 4 de noviembre de 2009